miércoles, 15 de octubre de 2014

Grafito acuarelable - ARTGRAF de VIARCO


    En el reciente encuentro en Cuenca de Ladrones de Cuadernos, ya reseñado en la entrada anterior, entre otras muchas satisfacciones y descubrimientos, no deja de tener su importancia el ver qué materiales emplea cada cual y de qué forma. La primera conclusión vista la producción ajena es que no hace falta mucha parafernalia para hacer grandes cosas, pues de un cuaderno, un pincel y una cajita con seis u ocho acuarelas puedes quedear asombrado de lo que puede salir. Como del lápiz de Quino, lleno de figuras e historias. Depende de las manos, claro está.
   Pero uno es un catacaldos. Por eso, una vez descubierto esto que ahora os muestro, en manos de Fernando Font de Gayà, al mismo llegar a casa me lancé en su búsqueda en una navegación virtual que me llevó hasta el fabricante en Portugal de este producto que no conocía. Se trata de grafito acuarelable. Presentado en barritas, pastillas como la tiza de sastre o una pastilla redonda en una pequeña caja metálica donde se puede tomar pigmento directamente con un pincel y agua. Sea como sea, siempre funciona igual de bien. Lo que me ha sorprendido agradablemente, es que, una vez seco, sigue siendo grafito. Por tanto se puede difuminar frotando con el dedo, se puede borrar si no se deja pasar mucho tiempo y se puede aplicar tanto en seco para extender después con un pincel mojado como directamente utilizarlo como acuarela. Es llevar tinta sólida en el bolsillo, eliminando riesgos y peligros. Comodísimo. Todo el invento cabe en el bolsillo.
     Esto es lo que se ha utilizado para el primer dibujo, una nubosa puesta de sol en Torrevieja. Aplicando baños disueltos en diferentes intensidades se han pintado las nubes. Como íbamos de pruebas, se ha frotado con el dedo, extendiendo el grafito, igual que si se hubiera aplicado con un lápiz blando. Se sacan blancos con la goma de borrar. Como no tenía a mano blanco en lápiz o barra de Conté, se han hecho algunos brillos con un rotulador de este color. Mejor hubiera sido ponerse a buscar, pero así quedó. Creo que tiene posibilidades. Tengo que probar mezclándolo con sanguina en lápiz o en barritas de Conté. También en un papel coloreado, pues el utilizado en estos dibujos era un tono marfil no totalmente blanco, Galgo verjurado de unos 200 gr.
   Este otro dibujo de unos árboles, cosa frecuente en esta casa, se utilizaron todos los formatos de este grafito. Dibujo con el perfil de la barrita, pinceladas diluidas, detalles con lápiz normal de grafito, también de la misma casa Viarco... Se ha frotado con el dedo igual que en el anterior. En fin, habrá que seguir explotando posibilidades de este invento.
   En realidad esta fue la primera prueba que hice, utilizando el primer papel con textura que encontré. Unas cuartillas de papel tela que tengo varios siglos en casa. Con la tiza, la barrita, el pincel, lápices, dedos, goma de borrar... Un apunte de una planta que tenía enfrente, sin entrar en honduras ni detalles. Visto así se notan todas esas formas de manchar el papel con grafito. Planificando un poco la cosa, creo que tiene muchísimas posibilidades. Cuando haga más pruebas las pondré aquí.
   Por último, el enlace a la página del fabricante que hace envíos por correo y acepta cualquier forma de pago. En Portugal, como os digo:


jueves, 9 de octubre de 2014

Por Cuenca. Dibujos y acuarelas

    El pasado día 27 de octubre se celebraba el I Encuentro de Ladrones de Cuadernos, colectivo de dibujantes en cuadernos que compartimos en el blog de ese nombre nuestros dibujos, acuarelas, informaciones sobre técnicas y materiales y, lo que es más importante, las vivencias a que dan lugar las situaciones de dibujar y pintar por esos mundos, hasta ahora, cada uno por el suyo. Después de varios años, iba siendo necesario poner cara y voz a esas personas con las que has ido manteniendo una relación cada vez más amiostosa y cercana. De forma que para Cuenca nos fuimos, que esa fue la mágica ciudad que para este primer encuentro se eligió, a propuesta de Anais que planificó todo con eficacia organizativa equiparable al desembarco de Normandía. Un éxito que habrá que repetir en otro lugar.
   Salimos el viernes 26, sin prisas, temprano, para hacer parada en Alarcón, que también merece una visita después de haber pasado de largo tantas veces y adivinado el castillo, torres y murallas del sistema defensivo de esta villa conquense y el pantano desde la carretera. Muchas fotos, un dibujillo y comida compartida con tres gatos en la plaza frente al castillo, ahora Parador Nacional "Marqués de Villena", que visitamos después. El castillo, de origen árabe, perteneció al califato de Córdoba hasta que fue tomado en 1184 por Fernán Martínez de Ceballos, capitán de las tropas de Alfonso VIII. Tuvo gran importancia en la época y a su alfoz pertenecían aldeas, villas y lugares como Belmonte, Albacete, La Roda, Garcimuñoz, entre otras sesenta y tres. Siempre tierra fronteriza. Guerreros de su concejo participaron en 1212 en la batalla de las Navas de Tolosa.
   Fue propiedad a principios del siglo XIV del Infante don Juan Manuel, como parte del señorío que le concedió Fernando IV. Allí escribio sus obras literarias. En el siglo XV, pasa al Marquesado de Villena, cuyo titular era Juan Pacheco. El paso de los siglos lo lleva de mano en mano, a manos tan nobles como indiferentes y descuidadas, casi hasta llevarlo a la ruina. El marqués de Frías, en 1863 se lo vendió a don Rafael Lázaro Álvarez de Torrijos por 20.000 reales, incluyendo "cuatro o cinco torreoncitos más". Se lo expropia el ministro Fraga Iribarne en 1963 para restaurarlo y convertirlo en el actual Parador de Turismo.
   Estas dos acuarelas se pintaron posteriormente en casa a partir de las fotos, apunte y recuerdo. Las dos en Garzapapel, al primera de 500 gramos, la segunda de 180. Los pigmentos son Daniel Smith, lo que aumenta la textura y granulación del resultado. Como sigo con mis pruebas con los Versátil de Escoda, con ellos se han pintado. El segundo, de 20x14, es un reto para la finura de sus trazos.
    A media tarde ya estábamos en Cuenca, la maleta en el hotel y los apechusques en el coche aparcado en toda la plaza mayor gracias a la extrema amabilidad y competencia de los funcionarios de la grúa municipal, supuesto espanto de aparcantes creativos. El primer contacto con ellos se produjo cuando hacía mil y una maniobras para conseguir desenhebrar el coche de una pequeña plaza cercana al hotel, placeta sin salida a la que ellos intentaban acceder para llevarse algún coche extremadamente mal aparcado. Al preguntarles por la existencia y ubicación de alguna plaza de aparcamiento para cojos, una vez acreditada por mi parte tan miserable condición, me remitieron a las que hay en la mentada Plaza Mayor, que ya había visto habitadas. Me indicaron que no tuviera inconveniente en ocupar la parada de taxis inmediata. Como tampoco allí había sitio, me dirigí al castillo, para dejar el coche allí encaramado, también sin éxito en mis búsquedas. Me los volví a encontrar y me insistieron en que volviera a la plaza y allí lo dejara en el lugar indicado como Dios me diera a entender. Lo dejé en la parada del autobús, en la que de todas formas observé que ni cabía ni utilizaba. No contentos con ello, volvieron por allí para indicarme que, cuando pudiera, lo aparcara mejor si algún lugar se quedaba libre y que mientras tanto no me preocupara. Me llevó dos cervezas esperar a que una de esas plazas al fin se desocupara. Y allí establecí mis reales durante toda la estancia.
    Me extiendo en el lance porque he tenido otras experiencias que contrastan con lo anterior, sin ir más lejos, en el castillo de Santa Bárbara de Alicante. En Cuenca me he sentido bien tratado, invitado a regresar, como sin duda haré y no podía dejar de reflejarlo aquí para aviso de renqueantes. Desde aquí mi felicitación y agradecimiento a esos funcionarios que trasladan a su trabajo su condición de buenas personas, que ayudan, hacen la vida fácil a los demás y aportan a la ciudad tanto valor como sus paisajes y monumentos. En realidad, esa es su misión, pero algunos no lo entienden así. Espero y deseo que, como funcionarios, dejen de ver congelados o recortados sus salarios. No se lo merecen.
 

   El primer agradable encuento fue con Oñera, delicado dibujante de árboles y farolas, hórreos y parques, al que sólo conocía por ellos y por sus excelentes escritos y comentarios. Ya en la plaza, mientras nos tomábamos algo, hice este primer dibujo que incompleto quedó e incompleto quedará. Poco a poco fueron acudiendo más, suficientes para irnos juntos a cenar y empezar a conocernos un poco mejor. 
  A la mañana siguiente, sábado 27, retrato oficial en las escaleras de la catedral, aunque todavía se fueron incorporando más amigos a lo largo del día. Abrazos, reconocimiento gracias a reventones claveles, caballetes, bolsas llenas de cuadernos y otros signos visibles. Luego dispersión por los mil y un rincones de Cuenca que da para pintar durante dos o tres vidas.

   Habíamos dormido en una celda del antiguo convento de San José, hoy posada, pues ya es sabida por los habituales de mi blog mi querencia por cenobios, conventos y monasterios. De este recomendabilísimo establecimiento es el dibujo que abre esta entrada, realizado en casa ya a la vuelta a partir de mis fotos. Fue en su origen casa palacio contruído en 1621 por Juan Bautista del Mazo, pintor casado con doña Francisca Velázquez de Silva, hija del famoso pintor de la corte de Felipe IV a quien durante mucho tiempo se atribuyeron varias pinturas de su yerno. Indudablemente Velázquez pasó temporadas en esa casa. Posteriormente sirvió de sede al Colegio de Infantes de Coro de la Catedral de San José, formado por doce niños cantores. Espero que algo de los artísticos y benévolos espíritus de pintores y escolanos se nos pegara en esas dos noches.

   La mañana del 27, dibujo con estilográfica coloreado con acuarelas posteriormente. La tinta es Carbon ink de Platinum, las acuarelas Rembrandt, colores básicos tradicionales y Jadeite de Daniel Smith, que nunca me falta. Sobre un cuaderno de Arches grano fino. Mirador con vistas a la iglesia de San Miguel. Un lugar maravilloso.
   Antes de comer, mientras los demás iban acudiendo por esas cuestas, apunte con esos mismos materiales: pluma y acuarelas. Plaza Mayor.
   Después de comer, en compañía de Virginia y Manuel Lorés, un dibujo con tintas y pincel de agua, terminado con toques de acuarela. Parte trasera de la catedral.
    Por la mañana del 28, ruta por el castillo, miradores, Hoces del Huécar y el Júcar, playa artificial, viendo los árboles que se iban volviendo amarillos y rojizos, invitando a regresar dentro de unas pocas semanas para pillarlos con todo su color. Apunte con acuarelas y muchas, muchas fotos. También buenos recuerdos de esta breve e intensa salida a Cuenca con mis amigos del blog. Gracias a todos y todas, especialmetne a Anais, la organizadora y promotora de este encuentro.
   Por último, ya en casa, otro dibujo, este con tinta china y pincel, de una de esas fotos del mirador ya mencionado. Habrá que hacer una acuarela con este tema.




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