martes, 28 de agosto de 2012

"A PEDRA DAS MEIGAS" Tallado de plumas - Grinding a pen

   Como ya explicaba en la entrada anterior, podemos utilizar ciertas piedras de afilar para retocar las plumas estilográficas, suavizarlas, quitarles pequeñas rebabas en el tajo que rasquen al escibir, o, de forma más agresiva, darle una nueva configuración al plumín, haciéndolo más fino o tallándolo para conseguir una punta plana o biselada, tipo stub o itálica.
   Hablaba de las piedras de Arkansas, que son las únicas que en ese momento conocía y mostraba un ejemplo de cómo utilizarlas. Buscando información acerca de esas piedras y del proceso, tuve la suerte de encontrar la página de un industrial del mármol, en Petrer, Alicante, que comercializa unas maravillosas piedras de afilar, extraídas en Galicia, con el afortunado nombre de "A pedra das meigas". Accedí a su página, donde se explica la tradición familiar, la evolución de los sistemas de extracción en una cantera, la utilización de estas piedras para afilado, especialmente de herramientas de corte y otras interesantes cosas, como el invento de una chaira de piedra con alma de acero para afilar cuchillos de forma fácil y precisa.


   Puesto en contacto con Eduardo Beltrá en la página citada, para explicarle mi interés en  probar sus piedras con las plumas estilográficas, no sólo recibí una respuesta amabilísima por su parte, a pesar de lo inusual del uso que de las piedras proponía, sino que a vuelta de correo recibí el lote de seis diferentes piedras que aquí se muestran. Cada una de ellas está tintada de un color para diferenciar su grano, aunque a simple vista pueden distinguirse. Su grano es de 700, 1200, 2000, 3000, 4000 y 6000 grit, en el orden en que se muestran. Muchas gracias por la atención y por las piedras, Eduardo.


   Como ocurre con las piedras de Arkansas, para suavizar, y refinar un plumín, basta con las tres más finas. Si lo que queremos hacer es más atrevido, debiendo comer metal para cambiar la forma del tajo, me alegro de disponer de las seis, aunque las más abrasivas hay que utilizarlas con mucha precaución y mimo.
   Como primera prueba, afilé una navajita de Albacete y, para probarla, me hice un cálamo con una caña. Cortaba de forma asombrosa, mejor que nunca había cortado. 
   De todas formas, estas piedras, maravillosas para afiliar cuchillos, navajas y cuchillas de afeitar hasta un límite que asombraría a quien no las haya probado, y que en la página de "a pedra das meigas", podemos ver en vídeos, fotos con microscopio y ejemplos, deben enfrentarse a un metal tan duro como las herramientas de corte, aunque más pequeño y delicado. No olvidemos que sea cual sea el metal del plumín, acero, oro, platino o cualquier otro, la punta soldada es de una aleación más dura. 
   Siempre se dice que son de iridio, aunque no es así. ya que este metal es escasísimo y caro. Se ha llamado al iridio "metal de las estrellas", ya que todo el iridio que hay en la superficie de la tierra proviene de meteoritos. Se extraen unas tres toneladas al año y su uso en las plumas se ha visto muy reducido, como es natural. La famosa Parker 51, en el mercado desde 1941, llevaba en la aleación de su punta un 3'8% de iridio, además de rutenio. Hay que pensar que la proporción ha ido disminuyendo, incluso desapareciendo el iridio en las plumas menos costosas para dejar paso a aleaciones en las que se incorpora osmio, tungsteno, wolframio, rutenio, paladio y, en general, metales durísimos y resistentes a la corrosión y al desgaste por fricción.

   Por tanto, la punta de nuestra pluma estilográfica está hecha de una aleación durísima, aunque el plumín sea de oro, platino, acero o cualquier otro metal. Por eso son necesarias piedras como éstas, que unen a su capacidad abrasiva, la suficiente finura para tratar con enérgica suavidad algo tan pequeño, valioso y delicado como nuestras plumas. Para probar las piedras se ha utilizado una pluma Inoxcrom que se muestra encima de las tres piedras más finas del lote, aunque se han utilizado las seis.
   Visto el trazo de la pluma, se pretendía hacerla más fina, quitando metal en todas sus caras, aunque dejando una punta suave y deslizante. Si se quita metal suficiente, adelgazando ligeramente la chapa de metal que conforma el plumín, siempre ganará de paso algo de flexibilidad, un ligero aumento de la capacidad de abrirse por presión, haciendo trazos de diferente grosor, a la manera de las plumillas tradicionales. Para que la pluma sea flexible, debe tener la longitud y configuración adecuada desde fábrica. Nosotros podemos hacer sólo ligeras modificaciones en este sentido. Pero sí en cuanto a la reducción del ancho del trazo. Eso es lo que pretendemos con esta pluma.

 Las piedras se sumergieron en agua antes de empezar, aunque conviene ir humedeciéndolas si se secan, cosa que ocurre especialmente si, como ahora, estamos a unos 40º.  Se van mostrando los pasos seguidos, siendo el más importante en este caso, los primeros toques con las tres piedras más abrasivas, para quitar metal por los laterales del plumín, afilando su forma. Luego vendrá el suavizado y redondeado final.
   La pluma permanece cargada de tinta durante todo el proceso. Las piedras deben estar mojadas para su uso y así podemos ir combrobando a cada momento las modificaciones realizadas. Lógicamente, el barrillo que desprende el lijado obstruye ligeramente la pluma, por lo que no podemos pretender que escriba bien, que fluya la tinta adecuadamente o que no rasque.Todo se andará. Paciencia.
   Todo este proceso duró más o menos una hora. Terminamos puliendo con suavidad el plumín en todas sus caras, en redondo. Después escribimos, también encima de la piedra más fina, la de 6000 grit.




   Limpiamos por fin la pluma con un paño suave, quitamos ligeras obstrucciones con el plástico que se ve en la foto y, si no es suficiente, desarmamos la pluma y la limpiamos a conciencia. Es lo mejor.
Limpiamos, secamos, montamos, entintamos y... probamos:
    Con estas "pedras da meigas" se ha conseguido afinar la pluma como se pretendía. Los dibujos muestran la diversidad de trazos que se consiguen ahora con lo que antes era una pluma con un trazo uniforme y vulgar. 
   Ya no tenemos que ir a Arkansas a comprar unas piedras maravillosas para hacer estas cosas con nuestras plumas, o para afilar el jamonero. En Petrer, en la página indicada, podéis contactar con Eduardo, que seguro que os atiende tan amablemente como a mi, pues envía sus piedras a cualquier lugar.

martes, 14 de agosto de 2012

PIEDRAS DE ARKANSAS - Afilar plumas - GRINDING A NIB

   Hace tiempo que salió en una entrada del blog el tema de las piedras de Arkansas. Algunas preguntas he recibido pidiendo información sobre ellas y su uso y tenía pendiente explicar lo poco que sé sobre el tema. La verdad es que, ahora, ya sé un poco más, aunque lo fundamental, como en todo, es la práctica.
   En primer lugar, sobra decir que, como su nombre indica, estas piedras proceden de Arkansas. Más concretamente se extraen cerca de Hot Spring en las montañas Ouchita, ricas en distintos minerales. Este mineral silíceo, la novaculita (del latín novacula, navaja barbera), está compusto de finísimos y compactos cristales de cuarzo, por lo que desde la antigüedad se ha usado como un eficaz abrasivo natural.

   Las piedras de Arkansas se clasifican según su dureza. Las más blandas, mas rugosas y abrasivas son más económicas, y se suelen llamar Washita stone. Para desbastar cuchillos o cuando se necesite rebajar y eliminar mucho material, maravillosas. Para las plumas, excesivamente abrasivas.
   La hard Arkansas, más dura que la anterior, puede usarse con mucha precaución, cuando lo que busquemos no sea suavizar y quitar  irregularidades del tajo que le hacen rascar al escribir, sino una modificación más agresiva, cambiando la forma de la punta del tajo, normalmente para hacerlo, dentro de lo posible, más recto, de forma que escriba como un tajo stub, adecuado para la letra itálica:
 Esta pluma Pelikan, retocada con piedra de Arkansas, ya tenía un tajo de letra itálica. Sin embargo con las dos piedras más duras, se le ha afilado el tajo de forma que las líneas horizontales sean finísimas, gruesas las horizontales.
   Las hard Arkansas presentan colores y vetas distintas, bastante agradables y en esta ampliación podemos ver que se percibe su grano. Los abrasivos sintéticos se miden por la finura de su grano (grit). Las piedras de Arkansas por su densidad y dureza.

   La siguiente es la hard translucent Arkansas, prácticamente igual en densidad y dureza a la siguiente, la hard black Arkansas. Éstas son las piedras adecuadas para afinar nuestras plumas. Son muy duras y suaves y, aparentemente, poco abrasivas. Sin embargo comen más de lo que parece a primera vista, como ocurre con algunas personas. Pueden utilizarse también para dar un filo asombroso a un cuchillo o una navaja. Por eso es una herramienta que forma parte del equipo de algunos cazadores y pescadores. Incluso para afilar anzuelos. Tal vez por eso se vendan con estos estuches de cuero que pueden ponerse en el cinturón.

    Bueno, pues si éstas son nuestras piedras, vamos a explicar cómo se usan. En primer lugar, deben mojarse con aceite, o bien con el aceite especial que venden con ellas o un aceite mineral como el de las máquinas de coser o 3x1. Si no tenemos aceite, al menos mojamos con agua. El aceite protege a la piedra, no a lo que se afila. Evita que las limaduras finísimas que arrancan cieguen el grano del abrasivo.
   Lo fundamental es tener en cuenta que lo que hacemos es irreversible. No hagáis los experimentos con vuestra mejor pluma. En todo caso, hay que obrar con cuidado y paciencia. Aunque parece que estamos pasando el tajo por mantequilla, cuando usamos estas dos últimas piedras, dos o tres pasadas se notan. 
   Si lo que queremos es sólo suavizar una pluma nueva que pudiera tener una pequeñisima rebaba o irregularidad, debemos simplemente escribir en la piedra, exactamente en la misma posición y ángulo en que vamos a usar la pluma. Como, aunque parezca mentira, eso creará ángulos más fuertes, conviene terminar dando unas suaves pasadas en redondo por todos los lados de la bola, normalmente de iridio, de nuestra pluma. Así quedará más suave.

   Si queremos hacer algo más rotundo y agresivo, por ejemplo procurar un trazo más fino, cosa que he hecho en varias de mis plumas, lo primero que tenemos que hacer es pensarlo bien, recordar que cada pasada es definitiva y que si nos ponemos a igualar de aquí y de allá, nos quedamos sin tajo. Suavidad, delicadeza, paciencia... En este caso yo empiezo con uno de los laterales del tajo, puesto en posición inclinada marcando la punta que quiero obtener. Dos o tres pasadas de cada lado, suave, sin apretar y a probar la pluma. Para hacerlo, yo tengo la pluma cargada de tinta durante todo el proceso. Así puedo probar cómo va la cosa y además la piedra se moja de tinta y, hasta ahora, ninguna ha protestado. Con  unas cuantas series en uno y otro lado, el tajo se queda que corta el papel, pincha y rasca. Entonces empezamos a suavizar, redondear ligeramente, sin llegar a perder el anterior afilado y, lo que es peor, el metal que ya no podremos recuperar. Enseguida estaremos en la situación que describíamos antes. Ahora, simplemente deberemos suavizar una pluma que rasca un poco, pero que ya tiene el grosor que buscamos.
   Como ya nada me detiene, le apliqué el tratamiento descrito a la Montblanc de la foto anterior, con excelentes resultados. Puede verse la finura que se obtuvo. Además escribe muy suave y con fluidez. Para eso es una Montblanc.
   Tratamientos parecidos han tenido algunas Parker, varias Inoxcrom, y una Rotring Art pen itálica de 1,1, entre otras. En esta última se hizo para hacer los finales de línea más afilados. Por ahora no he estropeado ninguna.
   En una Parker de tajo grueso, se aplanó ligeramente el extremo y rebajó el grosor del tajo hasta dejarlo ligeramente triangular, en lugar de redondo. Una vez suavizada, ha quedado una pluma con mucho carácter, con matices caligráficos en los trazos descendentes o diagonales rápidos. 

   Como en todos los temas, hay mucho que investigar y aprender. Desde que la industria, especialmente japonesa, produce excelentes abrasivos artificiales, la explotación de estos afloramientos y canteras prácticamente se abandonó. Ahora se recupera pues se reconoce que, para algunas cosas, nada hay mejor que estas piedras. No es Arkansas el único lugar de donde se obtienen, pues ya eran famosas en la antigüedad las piedras de afilar de Bélgica, en las Ardenas para afilar cuchillos y espadas (piedra azul de afilar: Belgian blue whetstone o la cutícola belga, amarilla usada para afilar cuchillas de afeitar), o las famosas piedras japonesas de Kyoto, que dejaron de extraerse en 1967. Se llaman piedras al aceite, al agua, whetstone... Y curándome en salud, advierto que se refiere a "to whet", afilar, no a "wet", mojado.
   He encontrado que, en Petrer (Alicante), un industrial del mármol enamorado del tema del afilado,  extrae y comercializa abrasivos finísimos con el adecuado nombre de "a pedra das meigas". Merecería la pena probarlas.
   He leído en algún sitio que hay quien usa los alisados cantos rodados de ríos o playas para estos menesteres. Si no fuera por su curvatura no lo veo disparatado. El sílex tiene una composición, dureza y características similares a las piedras descritas. Muchos milenios debe haber rodado, chocado y acariciado por el agua para quedar tan suave.
   Eso me recuerda una frase, creo que de Tagore, que decía algo similar a ésto: "No es el martillo quien deja redonda la piedra, sino el agua, con su danza y su canción". Este sabio proverbio es de total aplicación para afilar a nuestras plumas.

    Os remito a las páginas que consulté yo antes de lanzarme al vacío:


domingo, 5 de agosto de 2012

ATANAS MATSOUREFF - Acuarelas - Watercolor

   Normalmente en mi blog muestro mis dibujos y acuarelas, cada vez más centrado en las tintas, plumas y plumillas. También se analizan y ofrecen obras de acuarelistas, dibujantes y grabadores del pasado. El motivo de este criterio está muy condicionado por el derecho a la propiedad intelectual sobre sus obras por parte de los pintores actuales, cosa que me merece el máximo respeto. Puede uno mostrar algunas imágenes tomadas de la red, ya que se hace con el noble y desinteresado propósito de "descubrir" a quienes son menos conocidos de lo que en mi criterio merecerían, pero es algo que hago con cierta prevención y nunca llenando mi blog con obras ajenas sobre las que no tengo ningún permiso para su difusión.

Atanas Matsoureff   Los grandes pintores actuales, aquellos que me gustaría traer a mi blog, resultan inaccesibles, al menos eso me parecía a mi. He cambiado de opinión sobre ésto al contactar con el extraordinario acuarelista e ilustrador de libros búlgaro Atanas Matsoureff. Le he solicitado autorización para mostrar sus obras en mi espacio y su respuesta afirmativa, amable y desinteresada, se produjo el mismo día de la petición. Desde aquí quiero agradecerle su generosidad.
   Quienes ya conocen sus obras saben que es uno de los mejores acuarelistas de la actualidad. Quienes no las conocían, ahora pueden comprobarlo y disfrutar de ellas.
   En su página nos dice que la acuarela es una técnica pictórica que ofrece un infinito abanico de posibilidades para la expresión artística, que exige al artista una gran concentración y pasión: "La belleza de la acuarela reside en el blanco del papel, la luminosidad, el movimiento, la transparencia, lo vibrante del colorido...
   "Yo pinto de la naturaleza y me inclino ante la belleza de las fuerzas de la Naturaleza y de las cosas simples y cotidianas que nos rodean. Trato de capturar el espíritu de cada material y tocar lo que se esconde tras la realidad."
   La entrega nº 6 de la revista "The art of Watercolor", a la que me remite el autor, dedica un amplio espacio a sus obras y a una entrevista, de la que extraemos informaciones interesantes acerca de su obra y su forma de pintar. Afirma que, desde muy pronto sólo pinta acuarelas, explorando su potencial, al que no encuentra límites, pues todo puede ser expresado con este medio. Siempre descubre nuevas cosas, en un juego que nunca le aburre.
   Afirma que, aunque muchas de sus obras son de gran tamaño, todas están hechas del natural. Muy pocas de ellas han sido terminadas en el estudio y siempre cuando poco faltaba para acabarlas. También cuenta en esta entrevista que rara vez utiliza líquido enmascarador, pues no le gusta el borde brusco que deja, con un duro contraste con el resto.
   A la pregunta de cómo conservar la frescura cuando se utilizan muchas capas, responde que tal cosa se consigue con práctica y un trabajo cuidadoso. —"Si sabes qué va a pasar, puedes controlarlo todo".
   También afirma que es posible hacer pequeñas correcciones, especialmente con algunos tipos de papel, pero que es difícil que quede bien.
   Monta el papel empapado en un tablero de madera, sujeto con cinta adhesiva. Cuando alguna obra no parece ir bien, la olvida e inicia otra nueva. 
    Como consejos para llegar a ser un buen acuarelista, nos dice que hay que dedicar años a entender el medio. Observar, ser paciente. Pensar constantemente en ello, trabajar mucho, con pasión, y escuchar a tu corazón.





   Como todos los acuarelistas que admiro, están soportadas sus obras por un dibujo extraordinario. Sus dibujos y aguadas, son tan expresivas como las acuarelas llenas de colorido, nunca excesivo, que realiza habitualmente. Sus fondos difuminados y sueltos completan el tema, llevado a cabo de una forma menos minuciosa de lo que a primera vista pudiera parecer. Hay tanta sugerencia como detalle en sus obras.
















Enlaces:
Página de Atanas Matsoureff.  Aquí podemos ver más obras del pintor.
Atanas Matsouref en "The art of Waercolor". Pinturas y entrevista.